En ruta hacia una Arequipa sin congestión vehicular: Reflexiones y propuestas
El pasado 4 de octubre de 2024, tuve el honor de participar en el Decimoséptimo Congreso Anual sobre la Región Arequipa (CARA), coorganizado por la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, donde se reunieron líderes empresariales, académicos, autoridades gubernamentales, y miembros de la sociedad civil para discutir los desafíos más urgentes que enfrenta nuestra región. Como directora general de Impostergable, participé en el panel titulado “En ruta hacia una Arequipa sin congestión vehicular”, un tema crítico para el futuro de la ciudad.
Mapa del tráfico en Arequipa. Fuente: tomada de Google Maps
La realidad del tráfico en Arequipa
Arequipa, la segunda ciudad más importante del Perú, ha experimentado un crecimiento demográfico y urbano acelerado en las últimas décadas, lo que ha sobrecargado su infraestructura vial y el sistema de transporte. Con una población actual de más de 1.6 millones de habitantes, el 79.3% de ellos concentrados en la provincia de Arequipa, el tráfico vehicular se ha convertido en uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta la región.
El crecimiento desordenado de la ciudad ha sido uno de los principales factores que contribuyen al colapso del sistema de movilidad urbana. Las vías principales están saturadas, especialmente durante las horas pico, donde los tiempos de desplazamiento se vuelven excesivamente largos. Esto no solo genera estrés y frustración entre los conductores, sino que también tiene un impacto negativo en la productividad laboral, ya que las personas pasan un tiempo considerable atrapadas en el tráfico en lugar de dedicarse a actividades productivas o recreativas. Asi mismo, la falta de infraestructura vial adecuada y bien mantenida agrava aún más este problema. Aproximadamente el 34% de las vías destinadas al transporte particular se encuentra en mal estado, y solo el 23% está en buenas condiciones. Esta situación dificulta el tránsito fluido, aumentando la posibilidad de accidentes y deteriorando aún más la infraestructura vial debido al uso excesivo y la falta de mantenimiento.
La congestión vehicular tiene efectos profundos en la economía local. Según estudios, los embotellamientos en Arequipa pueden costar millones de soles anualmente debido a la pérdida de horas laborales y el consumo adicional de combustible. Estos costos se transfieren a los ciudadanos, quienes deben asumir el gasto adicional en transporte, ya sea por el tiempo perdido o por el desgaste de sus vehículos. Además, la congestión limita el acceso eficiente a servicios esenciales como hospitales, escuelas y áreas comerciales, afectando la calidad de vida de las personas, especialmente de aquellos que viven en las zonas más alejadas del centro urbano. Desde una perspectiva social, el tráfico excesivo impacta directamente en el bienestar de la población. La exposición prolongada a la contaminación acústica y del aire afecta la salud física y mental de los habitantes, con consecuencias como estrés, problemas respiratorios y enfermedades cardiovasculares. Las familias se ven afectadas cuando los padres o cuidadores llegan tarde a casa debido al tráfico, lo que reduce el tiempo disponible para convivir y realizar actividades familiares, afectando la dinámica social y el bienestar de los hogares.
Uno de los impactos más preocupantes del tráfico vehicular es el daño ambiental. Arequipa emite 360,200 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año debido al uso intensivo de vehículos motorizados, lo que contribuye al cambio climático y a la mala calidad del aire. Las emisiones de gases de efecto invernadero no solo afectan el entorno global, sino que también agravan los problemas de salud pública local. Los contaminantes generados por los vehículos, como el monóxido de carbono y las partículas finas, están asociados con enfermedades respiratorias y un aumento de los casos de asma, especialmente en niños y ancianos. La falta de opciones de transporte limpio y eficiente es un desafío importante. Actualmente, no hay vehículos que operen con energías limpias en la ciudad, y la infraestructura para promover medios de transporte sostenibles como el ciclismo o el uso de transporte eléctrico es prácticamente inexistente. La dependencia del transporte público tradicional, que a menudo es ineficiente y sobrecargado, así como el uso creciente de autos particulares, exacerba este problema.
Frente a esta realidad, es imperativo que las autoridades locales y los planificadores urbanos trabajen en soluciones innovadoras y sostenibles. Mejorar la infraestructura vial, promover el uso de tecnologías limpias, y fomentar la movilidad activa como caminar y andar en bicicleta son medidas esenciales para abordar la congestión y reducir las emisiones de CO2. La creación de un sistema de transporte público eficiente y bien gestionado también será fundamental para hacer frente a esta crisis y mejorar la calidad de vida de los arequipeños.
Desafíos y soluciones para una movilidad sostenible en Arequipa
Primero, es esencial reconocer que el sistema vial y de transporte de Arequipa necesita una planificación integral y estructurada. Las políticas a corto, mediano y largo plazo deben enfocarse en la modernización de la infraestructura vial y en un ordenamiento jerárquico de las vías, desde las metropolitanas hasta las colectoras y locales. Sin un mantenimiento adecuado y una operación efectiva, la congestión seguirá siendo un problema crítico.
Cuando analizamos el reparto modal global en Arequipa, observamos una clara dependencia del transporte público, que representa el 46% del total de desplazamientos, seguido del uso de autos particulares con un 18%. Sin embargo, las formas de movilidad más sostenibles, como la movilidad peatonal, solo representan un 17%, y la movilidad en bicicleta apenas alcanza el 1%. Este desbalance resalta la necesidad de fomentar medios de transporte más limpios y accesibles para todos.
La seguridad vial es otro desafío urgente. La tasa de mortalidad en Arequipa se sitúa en 9.01 víctimas mortales por cada 100 mil habitantes, lo que está muy por encima de la tasa nacional de 5 muertes por cada 100 mil habitantes. Es evidente que necesitamos priorizar la seguridad vial y proteger a los usuarios más vulnerables, como peatones y ciclistas.
Respecto a la infraestructura vial, los datos son alarmantes. Según un diagnóstico reciente, el 34% de las vías para transporte particular se encuentra en mal estado, y solo el 23% están en buen estado. Además, el parque automotor de Arequipa ha crecido considerablemente, alcanzando 211 mil 735 vehículos en 2018, lo que exacerba la presión sobre la infraestructura existente.
El transporte público también enfrenta serios problemas de sobreoferta. Hay un exceso del 39% en el número de buses, con 4 mil 500 unidades circulando cuando lo óptimo sería solo 1 mil 748. En cuanto a las rutas del Sistema Integrado de Transportes (SIT), existen actualmente 214 rutas, mientras que el PMUS indica que solo se requieren 79 rutas mejor estructuradas. Además, la sobreoferta de taxis es preocupante, con un 149% más vehículos de los necesarios. Circulan 14 mil 612 taxis, cuando la demanda óptima solo es de 5 mil 879. Todo esto contribuye a una mayor congestión y emisiones de CO2. No hay vehículos circulando con energías limpias en Arequipa, lo que resulta en la emisión de 360 mil 200 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.
Un punto clave es el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) de Arequipa 2022–2042, es vital que se ejecute con urgencia para solucionar el déficit en infraestructura y movilidad. El PMUS propone la creación de anillos viales, una red más amplia de ciclovías y la mejora de la normativa para un transporte público más seguro, ordenado y limpio. Pero no podemos detenernos solo en la infraestructura; necesitamos actualizar y sistematizar la gestión del tránsito, optimizando la tecnología de los semáforos y la fiscalización del tráfico, así como soluciones basadas en tecnología y datos.
En cuanto a los datos, es fundamental monitorear y controlar tanto el transporte formal como el informal, desde el centro histórico hasta las periferias. La creación de un observatorio de movilidad urbana para Arequipa nos permitirá tomar decisiones basadas en evidencia y dirigir las inversiones públicas hacia soluciones reales y sostenibles.
Recordemos que la movilidad urbana no es solo transporte público; es un ecosistema complejo que abarca desde la movilidad activa, como caminar y andar en bicicleta, hasta la logística urbana y vías urbanas. Además, los enfoques transversales son cruciales: debemos considerar el género, la inclusión, la accesibilidad y la diversidad en cada decisión. Las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y los grupos vulnerables deben ser integrados en la planificación para crear un sistema que funcione para todos.
La tecnología juega un papel transformador. El uso de big data, inteligencia artificial, algoritmos de reconocimiento y drones nos permite obtener información en tiempo real y ajustar el sistema de movilidad de manera dinámica y eficiente. Sin embargo, no debemos olvidar el “street o small data”, la información que proviene de la calle misma, de los flujos diarios de los peatones, los ciclistas y los usuarios del transporte. Integrar tanto el big data como el small data en nuestras políticas es clave para una movilidad verdaderamente inclusiva y sensible a las necesidades ciudadanas.
Es crucial que Arequipa apueste por un modelo de Desarrollo Orientado al Transporte (DOT), que priorice la seguridad, la equidad, la resiliencia y la sostenibilidad. Un transporte público de calidad, con una experiencia ciudadana centrada en el usuario, será la clave para lograr una Arequipa sin congestión vehicular. El Desarrollo Orientado al Transporte (DOT) no debe ser una política aislada o impuesta desde arriba, sino un enfoque promovido y sostenido por una colaboración activa entre las autoridades, los agentes de cambio, y los usuarios cotidianos del transporte público.
Es fundamental que quienes toman las decisiones y diseñan las políticas de movilidad sean, en muchos casos, usuarios reales de los sistemas de transporte, para que puedan comprender de manera directa las dificultades, necesidades y oportunidades que enfrenta la población.
Este involucramiento directo asegura que las soluciones que se implementen estén alineadas con la realidad de la ciudad, en lugar de ser ideas abstractas o desconectadas de las vivencias diarias. Un transporte público eficiente y bien planificado no solo mejora la movilidad de la ciudad, sino que también crea una experiencia más digna y accesible para todos. Solo mediante un enfoque colaborativo, donde las autoridades y ciudadanos se involucren activamente, podremos lograr una Arequipa orientada hacia un desarrollo sostenible, inclusivo y basado en una experiencia real de movilidad.
Finalmente, recordemos que no podemos gestionar lo que no podemos medir. Por eso, la gestión del dato es fundamental. Si logramos medir, analizar y ajustar el sistema de transporte de manera inteligente, Arequipa se convertirá en una ciudad más ágil, sostenible y preparada para el futuro.
Por lo tanto, una ciudad como Arequipa debe integrar la planificación del transporte con la planificación urbana y del suelo, de manera que se promueva un desarrollo urbano sostenible que responda a las necesidades actuales y futuras de la ciudad. Como la segunda ciudad más importante del país y un destino turístico importante, Arequipa no solo debe adaptarse a las exigencias locales, sino también alinearse con las agendas internacionales que promueven la movilidad urbana sostenible. Este enfoque permitirá que la ciudad no solo sea más eficiente en su movilidad, sino también más atractiva, competitiva y vivible para sus ciudadanos, inversionistas y visitantes.
Escrito por:
Estefanie Quispe Salas
@quispedelperu
Referencias
https://ucsp.edu.pe/noticias/transporte-arequipa-siglo-pasado-infraestructura-deficiente/
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